miércoles, 13 de agosto de 2008

La prostitución regresa a las calles de Quito


Autoridades policiales buscan declarar en 'emergencia sanitaria' al sector de la calle Junín y clausurar definitivamente a 'hoteles clandestinos'.

Se llama Gladys y lleva tres años 'vendiendo sexo' en la calle Junín, en el Barrio San Marcos, en centro de Quito. Todos la conocen en el sector, a sus 29 años sabe como escaparse de los policías y de los dirigente (centro de la ciudad), para que la dejen trabajar.

Asegura que en Quito no existen lugares rentables para ejercer la prostitución y en los espacios que fueron reubicadas por las autoridades municipales no hay clientes. Gladys 'trabaja independiente' no permite que ningún hombre la cuide, "me muevo sola, por lo general trabajo durante el día, que es menos peligroso".

Al igual que Gladys más de 40 mujeres ejercen la prostitución en el sector. El lugar es conocido por la actividad de las féminas, que varían de edad (15 a 45 años) y nacionalidad. Aseguran que no dejarán 'la zona' aunque tengan que "vivir entre la inseguridad".

En la Calle Junín y la Montúfar se reúnen durante todo el día. Algunas llegan a saludarse y otras comentan sobre el trabajo, sin embargo esta actividad es mal vista por los moradores y autoridades de seguridad, quienes ven en la 'prostitución' una ventana abierta para la delincuencia, dijo Nathaly Escobar, moradora del sector.

Escobar asegura que más de una vez tuvo que cerrar su tienda por los conflictos que genera la prostitución en el barrio. "Aquí vienen de todo a buscar a las trabajadoras: borrachos, drogadictos, colegiales y hasta sus 'chulos' (proxenetas) quienes se pelean, se pegan e incluso venden droga".

La policía y moradores se organizaron y en varias paredes, de los pasajes y calles principales del centro histórico, se colocaron carteles que ahuyentan a las trabajadoras, con fondo blanco y letras rojos, dice: "No trabajadoras sexuales en las calles, no delincuencia. La comunidad vigila".

Iván Rivera, Jefe de la Policía Nacional de Quito, aseguró que lo máximo que puede hacer la Policía es patrullar, porque no existen parámetros legales para sancionar su presencia en las calles, puesto que en Ecuador se respeta la libre movilidad de las personas.

El policía aseguró que las mujeres ya no trabajan en La Cantera y regresaron a las calles con más fuerza. En tanto que Gladys aduce que tuvieron que volver a las calles porque en los sitios de tolerancia no hay clientes.

Rivera aseguró que al momento se trabaja para que las autoridades sanitarias y municipales tomen cartas en el asunto. En el tema sanitario solicitan que se declare en emergencia sanitaria al sector de San Marcos, porque son demasiadas las mujeres que trabajan sin sus papeles de salud.

Sobre el tema Gladys aseguró que cada jueves, las trabajadoras sexuales, acuden al Centro Médico No1, en la calle Rocafuerte para realizar los controles médicos, sin embargo si existen mujeres que no cumplen con la disposición sanitaria.

En el caso del Municipio, Rivera, busca que las autoridades clausuren definitivamente los hoteles y casas que arriendan pequeños cuartos a las trabajadoras sexuales. Gladys confirmó que en el sector existen casas que rentan los cuartos entre los $ 3 y $ 5 dólares, dependiendo del cliente.

Rivera aseguró que esperarán que se emita una ley u ordenanza que planté sanciones para quienes prestan servicios a las trabajadoras sexuales y continuará el trabajo para evitar la delincuencia en los sectores donde hay proliferación de la prostitución como: San Marcos, San Roque, La Marín y la Calle Chile.

Elizabeth Molina, coordinadora de la Red de Trabajadoras Sexuales del Ecuador, aseguró que en los próximos días se mantendrá una reunión con las trabajadoras de Quito para determinar el motivo de su retorno a las calles y buscar con las autoridades pertinentes Municipio, Comisarías, Policía y Ministerio de Salud una alternativa que beneficie a la comunidad y a las agremiadas.

Molina aseguró que es una pena y muy doloroso saber que nuestras compañeras regresan a las calles y no tienen condiciones optimas para ejercer su trabajo. Las autoridades deberían darse cuenta que no es cuestión de reprimir o mantenerlas encerradas por dos y tres días en un calabozo.

La solución está en brindar alternativas para las trabajadoras sexuales y evitar la violación de sus derechos humanos, porque también son personas y si se dedican a la prostitución no es porque les guste, es porque lo necesitan, concluyó Molina.


Texto realizado por mi amiga Julia

No hay comentarios: