Una
cripta de piedra se abrió para dejar al descubierto un secreto que
durante cientos de años muchos sacerdotes guardaron. Allí, debajo
del piso de la Capilla de Villacís, ubicada en la iglesia de San
Francisco, se evidenció la existencia de 15 criptas,14 lápidas y 6
fosas comunes. Una de ellas es la de Francisco Cantuña, quien
construyó el monumental atrio.
Fue
en el 2009 cuando en trabajos de mantenimiento del piso de la
iglesia, los obreros se percataron de la existencia de una puerta. De
ahí a la fecha se han realizado trabajos de mantenimiento y
protección, hasta que se permitió el acceso a la ciudadanía, pero
solo por siete días, hasta mañana.
Uno
de los guías del museo indicó que tras el sorpresivo
encuentro, los objetos y espacios sepulcrales del templo fueron
puestos bajo custodia. “Porque
sabido es que el subsuelo del santuario, como el de muchos conventos,
iglesias, hospicios y otros lugares sacros, fue utilizado para
enterramientos; pero aquí tienen criptas completas donde constan sus
principales y familiares”, manifestó.
Al
ingresar a la iglesia, al fondo, a mano derecha, se encuentra la
Capilla de Villacís, donde solo eran velados los frailes
franciscanos. A un costado se encuentra una puerta de piedra que pesa
una tonelada y que data de 1669. Detrás de ella se guardan muchos
vestigios de los nobles criollos de la época colonial. En
la entrada hay que bajar dos escalones. Algunas velas encendidas en
la oscuridad permiten divisar los huesos y cráneos de personajes
nobles de la época. Hay escritos en latín que relatan el año
(1669) de la creación.
En el siglo XVII los patios del templo y los
alrededores fueron utilizados como cementerio. “Este sitio ha
sido considerado el primer camposanto de la ciudad”.
Texto Silvia Vásquez
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