Otavalo. A su paso por la calle el vaivén de sus caderas impresiona a cualquiera. -“Por mi vivencia puedo decir que las personas trans nacemos con disforia de género, entre el sexo genital y la mente, pero en mi caso, mi cerebro es femenino”, explica Rubi Andrade de 33 años de edad, quien se reconoce transexual.
Es la mayor de tres hermanos. Un rayo solar irrumpe en el centro de capacitación, donde dicta clases. Se acerca al umbral de la ventana, cierra los ojos y dice: “Antes era una oruga metida en un agujero, que caminaba dentro de un hoyo y que a cada rato le iban a picotear....”. Ella les enseñó a ser libres porque “la oruga floreció. Ahora es una mariposa, libre, que vuela...”. En su hogar, su hermana menor es su confidente y su papá José Andrade, de 80 años, entendió que “no es un capricho, ella nació así". El apoyo de su familia la alienta. Por ello se demuestra tal como es: “No quiero ser caricatura de mujer, tengo que ser mujer. No es vestirse, sino sentirse... y yo lo hago”.
El año pasado solicitó al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que le reconozcan el cambio de género de masculino a femenino y que también le cambien su nombre por Rubi, pero el Registro Civil notificó que ella ya lo había hecho por el nombre de Rudy y que ya no podía cambiarlo. En cuanto al cambio de género de masculino a femenino, le pidieron un certificado quirúrgico que garantice que es mujer.(MEV)